miércoles, 28 de noviembre de 2007

Reseña del libro de B. M. Gittlen ed., "Sacred Time, Sacred Place. Archaeology and the Religion of Israel"

El libro consta de doce artículos divididos en cuatro áreas: “Charting the Course: The Relationship Between Text and Artefact” (3 ensayos); “Prayers in Clay. A Multidisciplinary Aproach to Figurines” (2 ensayos); “The Mitology of Sacred Space: Structure and Structuralism” (4 ensayos); “Death in the Life of Israel” (3 ensayos)”. El editor de la colección propone que, al combinar los nuevos métodos de crítica textual con los últimos datos arqueológicos, se pueda lograr una mejor comprensión del Israel Temprano.
La primera sección se inclina más a la crítica de los abordajes realizados hasta el presente que a presentar propuestas para futuras investigaciones. J. Z. Smith “Religión Up and Down, In and Out”. Aboga por nuevos métodos que permitan capitalizar los aportes de la arqueología y los datos textuales, reconociendo donde se superponen y donde divergen. W. G. Dever descubre que la interdisciplinariedad ha resultado vana. Los trabajos sobre la Biblia han sido erróneos en tanto pretendían que ésta describía la vida, siendo que sólo es un producto cultural de esa vida. Así, la arqueología serviría para entender la religión desde el punto de vista de las prácticas y no desde lo ideológico. Por lo tanto descree de los nuevos acercamientos a la crítica textual. Z. Zevit “Philology and Archaeology: Imagining New Questions, Beggeting New Ideas”, viene a discutir con Dever y sostiene que la arqueología por sí misma es incapaz de decirnos nada sin los avances en la interpretación textual. Además, los textos bíblicos a pesar de representar una visión oficial de la religión, también es parte del complejo de prácticas de la religión Israelita. Zevit aboga por la combinación de los datos literarios, materiales y religiosos para la comprensión de las mismas.
Los dos ensayos de la segunda parte intentan mostrar el trabajo interdisciplinario aplicado. Además, muestran cómo muchos temas continúan abiertos (en la teoría y el método) y no siempre el diálogo lleva a consensos en la Religión Israelita. K. van der Toorn “Israelite Figurines: A View from the Texts” afirma la utilidad de la Biblia para el estudio de las figuras. Rechaza la ausencia de figuras en la religión oficial. Además, no encuentra razón para negar su existencia en la religión popular. Se inclina por describirlas como “representaciones de imágenes o símbolos del culto oficial, usados para diversos propósitos fuera del mismo”. Lo que implica una mayor afinidad entre el culto oficial y el popular-local de lo creído. J Sasson “In the use of Images in Israel and the Ancient Near East” discute con van der Toorn y dice que el culto del Antiguo Israel no era icónico. Además de la opción de entender las figuras como presentes, Sasson observa que en Mesopotamia las figuras representaban más al devoto que a la deidad. Además sería extraño que los practicantes transportaran consigo sus dioses o símbolos por temor a ellos. Demostrando la dificultad metodológica de la interdisciplinariedad, sostiene que el hecho de encontrar figuras no demuestra nada sin un apoyo textual, siendo que se pueden sostener posiciones encontradas hasta desde las mismas escrituras. Finalmente, advierte que el mayor cambio no ocurrió en los métodos o teorías sino en nuestro entorno: una mayor tolerancia multicultural que intentamos rastrear en el Antiguo Israel.
La parte tres se basa en que el espacio sólo puede ser entendido por lo que contiene o no. Z. Zevit “Preamble to a Temple Tour” pone de manifiesto la falta de atención que ha tenido la dimensión espacial para entender la religión. Se basa en tres factores para explicar la sacralizad espacial: geográfico, temático y espacio mítico-simbólico. Geográfico: la topología del sitio y su medio ambiente; Temático: el valor sociológico y emocional del lugar; Mítico-simbólico: lo que experimentaba una persona de esa cultura al visitar un sitio sagrado. Un cambio en alguna de estas facetas influían en el resto. E. Bloch-Smith “Solomon’s Temple: The Politics of Ritual Space” describe el simbolismo político y religioso del Templo, demostrando la interrelación entre las facetas descritas por Zevit, presentes tanto en la arquitectura como en la decoración del mismo. En otro punto, discute con van der Toorn en que el Templo muestra una inclinación hacia un culto sin imágenes. S Gitin “The Four-Horned Altar and Sacred Space: An Archaeological Perspective” rompe con los presupuestos y utiliza para el estudio del espacio fuentes escritas, siendo los datos arqueológicos simples referencias, i.e., la presencia de estos altares denotan la sacralizad del lugar. Estos altares tienen su origen entre los siglos XIV y XII BC en Siria. La distinción de los cuernos constituye en diversos sitios signos de sacralidad. Sin embargo, todavía no queda claro su difusión por Medio Oriente y su entrada en Israel. Mitin se inclina por asociarlo con rituales de quema de incienso, discutido por M. Haran en base a análisis textuales arqueología y religión comparada. Baruch Levine “Ritual as Symbols: Modes of Sacrifice in Israelite Religión” complementa las artículos de Bloch-Smith y Mitin y suma las prácticas al arte y la arquitectura como parte de la sacralización del espacio. Así, los rituales de sacrificio participan activamente en mover a los participantes a una experiencia de la divinidad. Hay tres formas combinadas entre sí: presentación de la ofrenda frente a Dios; una ofrenda de comida sacralizada en compañía de la deidad vista como anfitrión o invitado; como ofrenda quemada en el altar.
En la cuarta parte, E. Bloch-Smith “Death in the Life of Israel” se suma a la discusión acerca de la existencia o no del culto a los muertos en el Israel pre-exílico. Esta es definida (para las escuelas minimalista moderada y maximalistas moderada) según las intenciones de los practicantes y los resultados esperados. Mientras acuerdan en que el muerto jugaba un papel importante en la vida del Israel pre-exílico, se discute si existían ritos periódicos o partían de incentivos circunstanciales. Sin embargo, se acuerda en que las prácticas son tomadas de los pueblos circundantes. W. Pitard “Tombs and Offering: Arquaeological Data and Comparative Methodology in the Study of Death in Israel”. A Pesar de los datos arqueológicos relacionados con el muerto, el autor descree de la posibilidad de reconstruir las creencias antiguas frente a la ausencia de datos textuales.Theodore Lewis “How Far Can Tetxs Take Us? Evaluating Textual Sources for Recoinstructing Ancient Israelite Beliefs about the Dead” le otorga primacía a los datos arquelógicos por sobre los textuales. El lenguaje sólo tendría importancia para acceder al pensamiento de los antiguos sobre la muerte. De acuerdo al autor, es posible hablar de culto a los muertos en las prácticas religiosas del Semítico Occidental (Israel incluida).
Benteveo

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